No puedo ser ni hipócrita ni inconsecuente. Hoy llegué a esa conclusión. Con el paso de los años me he convertido para muchos en una especie de héroe que ha aprendido a caer de pie y con gracia en un mundo lleno de zancadillas. Hace unos años atrás era el del corazón gigante, el que siempre tenía su alma presta a poner la otra mejilla. Hoy no. A pesar de que lo intenté, me dí cuenta de que no. Hoy, estoy agotado, insensible, egoísta y escéptico.
Hoy, se que mi corazón es aún más gigante, y que necesita alguien lo suficientemente fuerte para que lo sostenga sin que se le caiga encima. Hoy las mejillas de mi alma son de acero. Si me toca ponerlas otra vez, el que se atreva a golpearlas tendrá que asumir las consecuencias de ver su mano destrozada si quiere golpear fuerte.
Hoy me asombro de ver como el mundo es tan pequeño como una semilla. De ver como un final siempre implica un comienzo. El que uno menos espera. Y que de uno depende cuando empezar otra vez. Hoy me di cuenta de que lo mejor es empezar de inmediato cerrado el final, sin dejar espacio para lapsos, pues son exageradamente aburridos, desgastantes, engañosos y, en últimas, más de la mismas verborrea escuchada una y otra vez desde diferentes bocas, pero como si fuera aprendida de memoria desde un mismo manual: el Manual Universal de Frases de Cajón.
Hoy me doy cuenta que no me gusta ser héroe. Y ya no lo seré más. Hoy simplemente he decidido tomar una silla muy cómoda, sentarme y dejar que todo suceda. Ya es hora de que alguien más luche las batallas. Ya es hora de que alguien más sacrifique el corazón. Ya es hora de cederle el uniforme a alguien que tenga la suficiente energía para usarlo. Ya es hora de que alguien luche por mi.
Hoy veo que lo que nos separa de otros es una distancia muy, muy mínima. La teoría de los seis grados de separación es asombrosamente precisa. Hoy me doy cuenta de que, conforme se camina hacia dentro o fuera del ángulo, a pesar de que la distancia se alargue o se acorte, los seis grados seguirán siendo los mismos. Y que lo mejor es ocupar un punto medio en el grado. Quien quiera alejarse, que se aleje. Quien quiera estar cerca, que se acerque. Lo mío es poder tener y brindar la certeza de que estaré en el mismo punto, siendo el que he sido y el que nunca dejaré de ser. De hecho, es algo que ni siquiera me tomaré la molestia de justificar. Quien me conozca lo suficiente, sabe bien que así es.
Hoy volví a escribir en este blog. Y no me salió tan inspirado como quisiera. Es un escrito más bien rabioso, desencantado y egocentrista. Pero es honesto. Y sé desde la experiencia que la honestidad es gran amiga de la escritura. Así que, ¿porqué en vez de dejarse consumir por estos molestos lapsus de honesta rabia, desencanto y egocentrismo, no convertirlos en un texto medianamente decente?
Hoy no tengo frío, y hace frío. Hoy sigo teniendo incertidumbre, aunque vista la situación en perspectiva, no debería. Hoy escribo una nueva página. A ver como salen las demás. Bienvenido yo de vuelta y bienvenido todo aquel que quiera leer.
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