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martes, 24 de enero de 2012

El primer escrito del nuevo, nuevo Año del Dragón

Y bien. Después de 3 semanas que parecían no tener fin, retomo a la realidad. 3 semanas que se terminaron justo en el comienzo del Año del Dragón. Lo primero que debo decir al respecto es que, finalmente, después de mucho, mucho tiempo sin poder hacerlo, estoy respirando sin sentir que se me oprima el pecho. Y eso es un logro enorme.

Escribo sin intención más que expresar lo que estoy percibiendo. Tengo la mente bastante en blanco, presta para escribir nuevas historias. Me encuentro con patéticas realidades: falsa diplomacia, falsa camaradería, tensa calma y no mucho panorama claro. Buena noticia: no son mis realidades.

Me veo revisando temas que voluntariamente decidí dejar en el tintero por no tener la lucidez necesaria para resolverlos en el 2011 y de los cuales debo apropiarme. Noté que, una vez más, estoy integro. No perdí nada a pesar de haberlo brindado todo. Así que, dadas las circunstancias, y sabiendo lo incomodo, absurdo e inoficioso que resulta quedarse luchando batallas en solitario, decidí dejar la armadura muy bien guardada en el mismo sitio donde ha estado hace mucho tiempo, cuando me di cuenta de que para las relaciones humanas de cualquier índole siempre se necesitan dos, y seguir apostando a ser un hombre de paz que seguirá con los brazos abiertos de par en par y que no tendrá reparos en defender airadamente su nobleza si la percibe vulnerada por enésima vez. Sin armadura más que mi propio corazón.

Noté también que hay cosas que no dependen de mí. Por más que las quiera. Y con las cuales solo tengo la opción de dejarlas fluir. Noto que todo lo que tengo para resistir cualquier ventarrón es mi pecho. Este pecho que finalmente puede volver a respirar tranquilo y pausado.

Y noté además que necesito del tiempo y el espacio, mis grandes aliados de vida, para que muchos nudos se suelten solos. Es evidente: hay muchas cosas que ya no dependen de mí, y esto lo concluyo después de estar jugando insistentemente al salmón que lucha incansablemente para trepar el arroyo sin importarle que pueda morir en el intento. No, esa ya no es mi forma de hacer las cosas.

Pues bien, un nuevo ciclo empieza. Año Nuevo de Dragón para un dragón de alto vuelo. Realista, firme y confiado en lo que soy y en lo que puedo brindar. Hágale pues.

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