Últimamente he dado con personas que, desde su orgullo, manifiestan ser felices. De esas que se abanderan con la causa de buscar y encontrar felicidad. Solamente he atinado a responderles: "la felicidad no me interesa".
Me harté de buscarla por tanto tiempo, para tenerla por un breve instante y ver como se va de las manos sin poder hacer nada. La felicidad es como la fama: efímera, superficial, enceguecedora. Dura exactamente 15 minutos -quizás menos-. La felicidad es egoísta, porque eres tú quien está feliz de tener cosas que te satisfacen. Algunos dicen que son felices ayudando a los demás, pero acaso, desde esa perspectiva, ¿no se esta generando una satisfacción individual, pues el ayudar se convierte solo en un pretexto para que los demás te miren como un gran ser humano, alimentando así el ego que todos exigen en una persona feliz?
Los eventos recientes me han ayudado a concluir que la felicidad es superficial. La brinda cualquier cosa que venga de afuera, es una máscara para decirle al resto del mundo que tu vida está en un constante camino al punto ideal que tanto admira la sociedad -caras felices, rodeadas de gentes felices, con cosas bonitas que te hacen feliz-, cuando, en el fondo, eso que hace feliz a la persona es un pretexto para esquivar la dura e inclemente realidad que tiene dentro y en frente de sí.
La gente se identifica con una persona que se declara feliz, ya sea poniéndola en un pedestal o tratando de colocar una mancha o una piedra en su feliz camino. Cuando no hay felicidad, eres visto con desdén disfrazado de compasión. Si tienes felicidad la sociedad te reconoce como una persona feliz, pero si no la tienes, entonces eres un 'infeliz'. La felicidad perdida te lleva a sentirte vacío, acabado, derrotado. Y te vuelve codicioso, pues entre mas tienes mas quieres. Y cuando la pierdes, la quieres de vuelta en mayor cantidad y por mas tiempo, como dinero intangible.
Así que, después de percibir todo esto, he decidido dejar de vivir en función de ser feliz. Dejaré de buscar algo en lo que ya no creo. He optado por algo que siento mas sincero: ser alegre.
La alegría viene desde adentro, desde el espíritu. Todos nacemos alegres: un bebé da alegría a un hogar, porque irradia esa alegría desde su pequeña alma a la cual nadie ha venido aun a venderle absurdos discursos sobre la búsqueda de la felicidad. Cuando estás alegre, tu rostro se ilumina, tu pecho de llena de aire. La alegría viene desde adentro, es algo que Dios nos brindó como uno de esos pequeños detalles que nos convierte en seres a su imagen y semejanza. Dejar de estar alegre no frustra, porque después de estar triste por mucho rato, de repente llega a tu vida un cielo azul, un sol radiante, una lluvia recogedora, un saludo de un buen amigo, el "te quiero" de un hijo, cosas que de inmediato hacen recordar que no todo esta perdido, poniendo una alegre sonrisa en el rostro.
Señoras y señores, he decidido recuperar la alegría que esta dentro de mí. He decidido disfrutar más las gratas llamadas que entran a mi celular, sobre el hecho de que éste sea de última tecnología. He decidido amar profundamente, sin obsesionarme con la idea de no ser feliz por la incorrespondencia. He decidido abrazar más, para sentir a mi gigantesca alma diciendo "cuanta alegría me produce esto". He decidido encontrar un trabajo que me haga sentir alegre por lo que éste le brinde a mi espíritu y a mi intelecto, mas no a mi bolsillo y a mi estatus.
Señor Aldous Huxley, gracias por escribir "Un Mundo Feliz" y darme un poco de razón.
Señor Fernando del Castillo, vocalista de las 1280 almas, gracias por pregonar alegría en cada concierto.
Señor Edgar Perea, lamento decirle que su frase "sean felices, Edgar les dice" ya no me produce efecto.
Y si alguno de ustedes se considera feliz ahora mismo, solo me queda decirle que, ante todo, soy de aquellos que respeta lo que no comparte.
¡Les envío un alegre abrazo!
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