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viernes, 19 de julio de 2013

El sabor agridulce de la fotocopia creativa

http://martinfavelis.com

El ejercicio creativo en un mundo ágil y de cambios repentinos como el actual es algo complejo. No termina uno de crear cosas que considera vanguardistas, audaces o genuinas, cuando a la vuelta de la esquina hay otra idea cociéndose y emergiendo aun más lejos que la nuestra. Dentro de este espacio se ha vuelto muy común la aparición de un fenómeno global, en el cual los conceptos básicos de una creación se convierten en alimento para otras creaciones subsecuentes, a manera de fotocopia creativa. Diseñadores, publicistas, fotógrafos, productores y todas aquellas personas involucradas en las lides de la creación contemporánea son susceptibles de fotocopiar o ser fotocopiadas.

Quienes acusan de ser fotocopiados alegan que sus frescas ideas han sido plagiadas y usadas al acomodo de un nuevo mensaje y un nuevo contexto, desde los cuales se diluye el norte de la esencia artística original en función de un proceso de reproducción en serie. Los que resultan ser acusados como fotocopiadores se sostienen en el fortín de lo impredecible que resulta la carrera creativa actual, en la cual todo está inventado y toda creación es susceptible de parecerse una con otra indiscriminadamente, en función de un pensamiento global que tiende a uniformarlo todo, incluso la autenticidad. En medio de todo, están quienes consideran que nutrirse de las ideas brillantes de otros es, además de una fuente válida de retroalimentación, un homenaje a aquel quien ha sido capaz de convertirse en fuente de inspiración creadora.

El tema en sí no suele tener relevancia cuando se contempla desde la banca. Cuando se trabaja en el campo de la creatividad uno debe ser consciente de ir un buen par de pasos delante de lo establecido, incluso de lo que uno mismo haya establecido alguna vez, así que percibir como de repente alguien fotocopia tus ideas no tendría que convertirse en un malestar, en un conflicto de intereses o en una guerra de egos creativos. No obstante, resulta paradójico el significado que ésto adquiere cuando es uno mismo quien se ve en la necesidad de decir "he sido fotocopiado". Ahora mismo estoy en ese incómodo punto.

No sé si sentirme halagado, confundido, o timado. Es una serie de sentimientos encontrados. Por una parte, resulta confortante pensar que tus ideas son un referente en el lenguaje contemporáneo, algo que te hace ver que, de cierto modo, estás logrando dejar huellas en la construcción de una historia. El lado siniestro, por el contrario, te muestra el sinsabor de cómo han tomado la esencia de tu creación, la han reinterpretado, la han convertido en algo opuesto a lo que habías concebido y la han lanzado al ruedo sin siquiera preguntarte previamente si estás de acuerdo o no. El resultado, un nuevo producto que, de manera pasmosa, es un clon de tu conceptualidad.

Feroces han sido las polémicas despertadas frente a este tema hoy día, a tal punto de justificar la aparición de medios como Fotocopias Colombianas combatiendo la tiranía creativa hacia la cual ha se virado el fenómeno. Se han comenzado a establecer a nivel mundial medidas legales para controlar este robo de ideas. Personalmente encuentro algunas de estas medidas exageradas, pero debo admitir que cuando uno vive la situación en carne propia, no deja de sentirse cierto grado de hervor en la sangre.

La incógnita que me surge en este momento es como proceder al respecto. Me respondo: debo seguir creando. Considero que las posibilidades de reinventar y recrear a partir de los obstáculos que surgen cuando todo en el entorno ya esta creado y que incluso terminan siendo una réplica de lo que uno mismo ha concebido, se convierten en la quintaesencia que le da nuevo aire al ejercicio creativo. Los fotocopiadores estarán ahí, como un hecho instaurado. Las personas que se ufanan de indulgencias ganadas con rezos ajenos han existido de vieja data. Mientras el ser humano no evolucione a un estado de pensamiento en el cual primen el sentido común y el respeto al otro en todo sentido -incluida su propiedad intelectual- ésta será una práctica lamentable que se sostendrá. Frente a su presencia, la creatividad no debe ser vista como un campo cerrado de batalla sino como un ilimitado espacio de emancipación. El secreto está en demostrar que, de donde salió esa idea que otros más insisten en fotocopiar, hay una inagotable fuente de recursos aún más innovadores y audaces, capaces de superarse entre ellos mismos.

Sensato es entonces seguir adelante en el camino de la creación, siempre un buen par de pasos adelante de lo convencional. Seguramente en ese camino aparecerán más fotocopiadores, más monos insistiendo en usurpar nuestras ideas frescas. Eso si, con sus fotocopias, no pasarán de ser monos vestidos de seda.

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