Anoche confirme una teoría que me viene dando vueltas en la cabeza: el amor es lo que cada quien quiera que sea. El amor no tiene significado, solamente lo que cada uno de nosotros necesite que signifique.
Anoche encontré a alguien que necesitaba afecto, no tuve duda en brindárselo. Antes de anoche descubrí nuevamente el poder seductor del baile. Hoy me di cuenta que hacer el amor no se traduce en la parafernalia del acto sexual, y que cuando se hace amor de verdad puede resultar ser lo más enriquecedor que has hecho en mucho tiempo. Todos estos últimos días han sido una muestra de cómo para mí el significado del amor se ha transformado: antes lo percibía como un sentimiento por el cual valía la pena esperar, anhelar, ser paciente, así no se tuviera respuesta. Ahora lo percibo como ese algo que debes brindar y recibir sin restricciones, cuando lo tengas frente a ti, cuando sientas que puedes darlo y que recibirás una respuesta, y que debes usar como motor para seguir adelante cuando ya no esté. Algo que se entregue sin reserva, sin miramientos, sin prejuicios, sin pensar que le estás haciendo daño a otra persona cuando brindas una dosis de amor a alguien más.
El amor es una cosa que se debe vivir en el aquí y el ahora, el amor percibe al futuro como el segundo inmediatamente siguiente. No hay más futuro para el amor que la caricia, el beso o la frase que puedes brindar a quien amas. El amor es algo que puedes compartir con muchos a la vez, de muchas maneras, sin guardar nada.
El amor no es solamente tener pareja, amarla, respetarla y todo eso. O percibir como tus hijos, o tus amigos, o tu gente cercana en general te despiertan un sentimiento que nadie más logra. Es más bien saber tu corazón y tu alma afines con las de muchos allá afuera. Es salir a la calle con un imparable anhelo de entregarlo todo, a todo y a todos. Y de recibirlo todo, de todos y por todo.
¿Cuál es tu teoría?
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