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viernes, 12 de febrero de 2016

Reflexiones para una ciudad profesionalmente saboteada

Todo empezó con un chequeo rutinario de Facebook, para ver que había de nuevo. Cosa difícil, pues por estos días casi todo perfil de colombiano en Facebook que se respete escupe arengas, insultos, quejas y lamentaciones frente a un estado de polarización política que hace mucho no se veía en el país, del cual se han derivados sendas manifestaciones y sendos actos de violencia y desobediencia civil que solo logran alimentar una atmósfera aún más reacia.

En el ejercicio, me encontré con un escrito publicado por el sitio web Cívico, dedicado a registrar la cotidianidad de nuestra sufrida, amada y odiada a la par capital colombiana, que lleva por titulo "Saboteadores Profesionales", compartido a su vez por la página I♥Bogotá en dicha red social, dedicado a los duros disturbios de días pasados en algunas estaciones de Transmilenio en Bogotá, producto de la mezcla entre inconformidad por un servicio deficiente, sentimientos de injusticia ante medidas de la Alcaldía actual que se han interpretado públicamente como autoritarias y, sin duda, una gruesa capa de polarización política matizada con tintes de clasismo social y cultural. Texto corto, conciso, directo, mezcla de clichés idiosincrácicos cachacos, opinión ligera y lugares comunes sobre la percepción que se ha mostrado de ciertos sectores de la ciudad como focos de delincuencia, lo cual los convierte por ende en poco gratos de visitar. (En este punto recomiendo leer el escrito, para ponernos en contexto).

Los comentarios airados sobre tal manojo de ideas, completamente conductuales hacia un estado de estigmatización, no se hicieron esperar. I♥Bogotá fue blanco de quejas por fomentar estados de odio y discriminación sociocultural hacia las personas habitantes en estos estos barrios de Bogotá, quienes por causa de de desafortunados hechos violentos que han sucedido en antaño y que suelen presentarse hoy día en las calles que habitan, se han visto obligadas a cargar una pesada letra escarlata año tras año entre la sociedad capitalina. Por este motivo, el administrador de la página debió dejar claro que quien escribió esto no fue I♥Bogotá sino Nicolás Escobar González, un colaborador editorial suyo, justificándose con la frase publicada por Cívico:

 "Artículo enviado por un colaborador de CÍVICO en mi barrio. La información, opiniones o temáticas son responsabilidad del usuario y no comprometen a CÍVICO". 

Así las cosas, y desde mi experiencia como antiguo habitante de uno de esos tantos barrios estigmatizados, he decidido dejarle al señor Escobar González, con todo respeto hacia su punto de vista, estas reflexiones sobre algunas frases usadas en su escrito:

-Patio Bonito (“por allá no vaya solito”)
Es una lástima que se atreva a dar un consejo así, al que se le nota poco fundamento. Con él, hace que muchos se pierdan de conocer la Biblioteca El Tintal, una obra con una belleza arquitectónica única, que brinda actividades culturales incesantes. Además, una muestra de cómo la negligencia de los gobiernos traducida en proyectos mal planificados (se comenzó a construir como una planta procesadora de basura en medio de la ciudad) puede transformarse en un ícono de la cultura para la ciudadanía. Si se anima a ir, solo o acompañado, se sorprenderá. Le recomiendo hacerlo en diciembre, tendrá como ñapa un estupendo juego de alumbrados navideños.



-Tunal (“donde no dan tanto puñal”)
Aquí le doy la razón, hay barrios de Bogotá, en los cuales, desafortunadamente, la infame ley del puñal es más notoria que en otros. El puñal se ha instalado como un mal nefasto que padece toda la ciudad, desde sectores prestantes como Rosales hasta otros más populares como Santa Librada, pasando por sitios de vida cotidiana obligatoria como Chapinero, Galerías, la Zona Rosa o el centro de la ciudad. Si se anima a dejar atrás su precepto sobre el puñal y aventurarse a conocer este populoso sector, se encontrará con un parque natural bastante agradable de recorrer (famoso por la misa que dio Juan Pablo II en él), un centro comercial icónico de la ciudad y un barrio con historia vanguardista en el compromiso con el ambiente (Ciudad Tunal fue de los primeros barrios bogotanos en implementar el uso de energía solar parta alimentar calentadores de agua). También encontrará una biblioteca pública más, muy grande, muy completa y visualmente muy atractiva.



-Transversal 86 (“el celular no lo veréis”)
En cualquier estación de Transmilenio el celular es un bocado de cardenal para los amigos de lo ajeno. Ahora bien, si alguna vez se decide a usar como parada en particular esta estación, descrita por usted de manera tan pintoresca, lo mejor será que no se moleste en ver el celular. O bueno, quizás esté bien sacarlo para fotografiar: a unas cuantas cuadras de allí se sorprenderá con el Monumento a las Banderas, una obra que en su momento engalanó la entrada al Aeropuerto de Techo (reemplazado luego por ElDorado) y que, aunque descuidada, da muestra de los grandes proyectos que se tenían pensados para la Bogotá en transición de los años 40 a 50 en el siglo XX. Aunque si lo suyo es la naturaleza, también muy cerca de ahí se encuentra el Humedal del Burro, un espacio natural recuperado, con una amplia alameda para recorrerlo de lado a lado, a pié o en bicicleta.



-Invito a todos a que nos pronunciemos cuando algo nos parezca que está mal, que tiene que cambiar o que puede mejorar pero no a ultranza, sin vandalismos, sin ser guaches.

Completamente de acuerdo con esto, para concluir. Bueno sería empezar por dejar a un lado estos calificativos soeces y animarse a conocer la realidad de tantos gratos lugares que tiene Bogotá escondidos entre estas madejas de barrios que han sido tan mal popularizados como "sectores peligrosos", descritos por usted y muchas personas más de manera despectiva. Esta sería una buena manera de demostrarles a esos "saboteadores profesionales", a esos vándalos que nos hacen la vida cotidiana de cuadros en blanco y negro (y a veces, muchas veces, teñidos de rojo sanguíneo), que cuando se trata de conocer, admirar, valorar y empoderarse de las todas buenas cosas que ofrece nuestra Bogotá, en sus latitudes y longitudes totales, no hay violencia injustificada, ni polarizaciones, ni miedo infundado que pueda detenernos, sino más bien muchas ganas de entregarnos al respeto, al disfrute responsable y al cuidado incesante de tantas cosas bonitas pero invisibles que esta ciudad tiene para ofrecernos. Saludos.

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